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Un gran hombre, un gran equipo, una época dura

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Un gran hombre, un gran equipo, una época dura

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La sesión abierta del Consejo Central tuvo ayer numerosas intervenciones que, desde distintos ángulos y enfoques fueron cincelando la figura de Juanjo Ramos, a 10 años de su prematura muerte.

En el primer tramo de su intervención nuestro presidente Pedro Stéffano se refirió a la fortaleza demostrada por el sindicato durante las grandes luchas de la crisis de 2002 y la centró en la cohesión y en la claridad de objetivos que ha caracterizado a AEBU a lo largo de su historia. Por ello sostuvo: «Una cosa es un sindicato y otra un gremio. Juanjo lo tuvo siempre claro y nunca habló de gremio. Sindicato somos nosotros y esto es lo que Juanjo le inculcó a los trabajadores».

Posteriormente relató varias anécdotas de momentos decisivos, cuando la claridad de ideas y la energía de Juanjo Ramos ayudaron a la toma de las decisiones acertadas para el sindicato. Y estos logros, «fueron diciendo la verdad, porque nunca mentía», afirmó. Y se trataba de verdades de cuya aceptación dependió «no solamente el trabajo de los compañeros en los bancos privados, sino la cadena de pagos y la supervivencia de todo el sistema financiero».

Finalmente Pedro anunció —entre aplausos— que ese mismo día la Intendencia de Montevideo designó con el nombre de Juanjo a una plazoleta ubicada en Dalmiro Costa y Espinosa.

Fernando Gambera —secretario general de AEBU— recordó su amistad con Juanjo nacida en los ámbitos estudiantiles y destacó el rasgo que, ya desde entonces, siempre lo acompañó en las reuniones donde intervenía, su propuesta de temas polémicos y desafiantes.

Resaltó el Manso la labor desarrollada por Juanjo en el PIT-CNT, cuyas posiciones había fustigado. «Algunos que lo criticaban empezaron a tenerle respeto y finalmente adhesión», manifestó. «En lo personal sentimos por su muerte una gran pérdida, pero los que más perdieron fueron el PIT-CNT y el movimiento sindical, que quedaron faltos de una impronta superior».

Por su parte, el consejero central Ernesto Palomeque se preguntó, frente al ascenso incontenible de la figura de Juanjo a los más altos niveles de la consideración popular, qué hubiera hecho el Gordo si la vida se lo hubiera permitido.

Ambos habían partido de líneas sindicales «encontradas», reconoció Palomeque, «pero Juanjo me enseñó que hay que conversar con todos los compañeros, salvo con aquellos que nos tratan de traidores». Agregó el dirigente que en la «sociedad complicada de hoy el Gordo hubiera sido imprescindible para manejarnos».

Como luego lo hicieron otros dirigentes,  Palomeque habló asimismo del brillante equipo de dirigentes que permitió «construir en la crisis de 2002 un camino entre todos», a la vez que recordó el congreso de la banca privada de 1996 cuando se resolvió organizar a los sectores no bancarios. Destacó por ello el gran avance sindicalizador logrado en OCA no sin grandes enfrentamientos al comienzo, los tropiezos registrados en Abitab y —en general— el fuerte sentimiento antisindical exhibido por las patronales.

Eduardo Maggioli —al intervenir a nombre del CDA de Jubilados— estimó difícil describir «lo que puede reflejar esa persona tan maravillosa y militante ejemplar», alguien que «lamentablemente murió tan joven y tenía tanto para dejar». Pasó luego a recordar «con mucho sentimiento, su lucha por la formación de la asociación profesional del Banco Real», un engendro «creado por la dictadura para atomizar al movimiento sindical, que supimos utilizar para continuar los pasos que dábamos desde hacía años en el marco de una unidad muy profunda, de la muy querida CNT».

El representante del CDA agregó que ayer mismo, en Salto —con un discurso de Milton Antognazza— los delegados de los jubilados colocaron  una placa en honor a Juanjo Ramos en el complejo que lleva su nombre.

A nombre del Consejo del Sector Financiero Privado el consejero Juan Fernández recordó la gran asamblea general del 7 de agosto de 2002 celebrada en el Cilindro Municipal y los «rumores irrespetuosos» que acompañaron a los primeros oradores, hasta que le tocó el turno a Juanjo, cuando se hizo «un silencio abrumador». Entonces «era el momento de escuchar cuál era el camino y ese silencio lo tenemos hoy todavía presente». Si bien «la salida fue elaborada por un conjunto de compañeros, esas propuestas tenían que tener el carisma de Juanjo para que cristalizaran».

La consejera Claudia Rodríguez trajo la voz de los sectores no bancarios y agradeció a Juanjo, a Lalo, a Gustavo Bernini y a otros dirigentes los esfuerzos desplegados para sindicalizar a Juncadella —hoy Prosegur— «una empresa integrada entonces por militares y policías». 

Con una tangible emoción rememoró: «En 1995 nos sentimos las personas más fuertes del mundo porque pasamos de estar sometidos y ultrajados a decirles 'nosotros somos AEBU, ¿y qué?'. Fue como entrar en un gran abrazo’». 

«Juanjo Ramos no era un dios, era un hombre igual que todos, con defectos y virtudes y una inteligencia más que sorprendente. Más sorprendente todavía era su capacidad para aprender». Así comenzó su semblanza Laura Yáñez, exsecretaria del consejo del sector privado que con él compartió la conducción durante muchos años. Laura pasó luego a un aspecto que también destacaron otros compañeros: «Juanjo era un tipo muy agradecido con la vida y con los viejos dirigentes que le enseñaron a negociar».

También citó a «todo el gran equipo» de dirigentes de entonces e incluyó en él «a miembros de todas las agrupaciones», porque la situación estaba clara «y no se jugaba por fuera de la cancha, cosa que hoy no está tan clara», afirmó. «Fuimos adversarios a veces pero nunca enemigos», resaltó. Y en ese «gran equipo se respetaron ciertas reglas  de juego porque se discutió mucho y no se reventó gente inútilmente». 

Eduardo Lalo Fernández expresó su total coincidencia con lo expresado por Yáñez y recordó un acto efectuado frente al Citibank donde hablaron Juanjo y Mario Busca. Entre los presentes estaba el histórico dirigente de la CNT Pepe D’Elía. Entonces este le expresó: «Me da orgullo sentir hablar a dirigentes  con tanto sentido de clase». Y a este comentario Lalo agregó ayer que «Juanjo (a pesar de su formación cristiana) tenía una base marxista en sus posturas».

Nada de lo dicho hasta el momento por el dirigente se comprendería en su totalidad si no se lo situara en un contexto temporal. Por ello, quien presidiera al sindicato por más de 20 años,  recordó que «peleábamos en aquella época  contra el neoliberalismo más duro  y peleábamos por formar sindicatos que no fueran ‘tan bancarios’», adaptados a las idiosincrasias de cada sector.

Lalo finalizó su discurso manifestando  su «orgullo de haber militado junto a un dirigente con tanta capacidad y que le dio tanto al sindicato».

El consejero central Darío Mendiondo habló «desde el respeto político y desde el reconocimiento que le asignamos a un referente sindical.  Era de los formadores de opinión que muchas veces marcaba agenda y contribuyó a forjar la más rica historia del sindicato». 

En último término, la consejera central Milagro Pau narró una anécdota personal  para dejar al descubierto su relación con Juanjo, al principio conflictiva por la oposición electoral  entre las agrupaciones a que pertenecían. Si bien ella mantuvo durante un tiempo una actitud enconada frente a Juanjo, este, tras fracasados intentos de acercamiento, un día la enfrentó y le dijo: «Vos a mí no me vas a ganar, porque cuando murió tu hermano Joaquín [dirigente y primer candidato de la lista 3] yo hice la promesa de que te iba a proteger como un hermano». A partir de entonces, reconoció Milagro, percibió el verdadero espíritu que inspiraba a Juanjo y cayeron todos sus prejuicios sobre él.