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«Los bancos públicos corrigen fallas del capitalismo»

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«Los bancos públicos corrigen fallas del capitalismo»

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Entrevista a ROBERTO VON DER OSTEN, presidente de Contraf-CUT de Brasil.

Portal AEBU —A través de sus medios de prensa nos hemos enterado de los institutos de capacitación que quiere crear Contraf-CUT mediante un convenio con los bancos. Concretamente, en la publicación de SP Bancarios del 28 de setiembre se informa sobre un aditivo a la convención nacional de trabajo que tiene este objetivo. Parece haberse encontrado una fórmula para enfrentar las repercusiones de la introducción de las nuevas tecnologías en el empleo.

Roberto von der Osten —En el convenio colectivo que regirá hasta 2018 colocamos una cláusula que estableció un grupo de trabajo integrado por trabajadores y banqueros para negociar la actualización y reubicación de trabajadores y trabajadoras. ¿Por qué lo hacemos? Por efecto de la digitalización y las nuevas tecnologías, percibimos que en algunos locales donde había cambios tecnológicos muy profundos; los trabajadores quedaban obsoletos.  Allí las personas quedaban desactualizadas para el trabajo bancario justamente porque no fueron capacitadas. Si en esas condiciones se instalaba una nueva aplicación, una nueva tecnología, era más barato para el banco despedir a esas personas y contratar jóvenes familiarizados con esas tecnologías.

PA —¿De qué edades estamos hablando?

RvdO —Principalmente las personas de 35 a 60 años eran las más perjudicadas. Por lo tanto surgió la necesidad de protegerlas. Es verdad que estaban obsoletas para la función que el banco pretendía. ¿Qué propusimos a los bancos? Que cuando aparezca esa situación en un lugar de trabajo el banco las reubicara, porque tal vez exista otro lugar donde puedan seguir trabajando sin verse perjudicados por el avance tecnológico. 

Además de reubicar a las personas, los bancos también propusieron volver a capacitar a otros trabajadores  para desempeñar su trabajo en otro espacio. Terminada esa fase exploratoria, negociamos con los bancos y entre setiembre y octubre cerramos el acuerdo con la Federación Nacional de Bancos. Cinco grandes bancos adhirieron, y eran los que nos importaba que lo hicieran porque esos grandes bancos concentran más del 80 % de los empleados y más del 80 % de los activos bancarios. Por ello era muy importante cerrar el acuerdo con ellos.

Hicimos un acuerdo con cada uno de esos bancos y comenzamos el diálogo para la creación de ese centro. Ya estamos discutiendo con Banco do Brasil, Caixa Económica, Santander, Bradesco y Banco Itaú. Estamos discutiendo con cada uno de ellos, dependiendo de la especificidad de cada uno, cómo podemos aprovechar a las personas para que no sean livianamente devueltas al mercado de trabajo desactualizadas por haber estado muchos años trabajando en una agencia bancaria. Hay una responsabilidad del banco en el hecho de que quedaron obsoletas y ahora deben ser actualizadas.

PA —¿Qué caminos deben recorrerse para  concretar la creación de estos centros?

RvdO —Los bancos dijeron a los sindicatos que tienen experiencia sobre la manera de hacerlo. Nosotros necesitamos conocer esa experiencia, proponer a nuestra vez nuevas posibilidades de hacer la reubicación e incluimos en el acuerdo que nosotros vamos a hacer una evaluación periódica para ver si eso está funcionado. Es una novedad, no existe en Brasil otra experiencia en ningún otro campo laboral, es algo totalmente nuevo.

PA —Aun fuera de Brasil nos parece.

RvdO —Es todo muy nuevo y todavía no tenemos elementos para decir si funcionará. Lo que interesa es que, por primera vez en la historia, logramos intervenir en la gestión de recursos humanos de los bancos. Ellos nunca permitieron antes que los sindicatos lo hicieran. Comenzamos una cosa nueva que ahora debe madurar.

PA  —Qué capacitación diferente tienen los trabajadores nuevos que ingresan a los bancos en reemplazo de los que son despedidos por estar desactualizados?

RvdO —Esos trabajadores que están siendo desplazados son de mi generación, son personas que cuando entraron al mercado de trabajo, antes de la década del 80, la novedad tecnológica en los bancos era la máquina dactilográfica, ni eléctrica era.

PA —A los jóvenes que ingresan ahora, ¿qué capacidades les exigen?

RvdO —Son jóvenes que nacieron en la generación millenial, nacieron con computadora, con Internet, con aplicaciones. Cuando la gente tiene dificultades con la tecnología, yo que ya soy viejo pregunto a mi hijo que es joven. Inmediatamente lo llamo por teléfono y me lo soluciona; él no es técnico de computación, es una persona de otra área; mi hija tampoco. Ahora usted pregunta a cualquier joven y sabe todo de Internet, de aplicaciones… Ellos nacieron dentro de esa tecnología.

PA Son nativos digitales.

RvdO —El joven que entra ahora en el mercado de trabajo es graduado de educación superior y la computadora e Internet son una extensión de la comunicación entre ellos y el mundo.  Conozco gente que tiene celular pero no tiene aplicaciones, solo es un teléfono, no es un smartphone. Esa es la diferencia básicamente.

PA —¿Cómo es el nuevo modelo de oficina bancaria actualmente en Brasil?

RvdO —Tenemos dos modelos de oficina. Uno es completamente digital. Se conoce a sus gerentes a través de una aplicación. Puede tener una figura, el retrato del gerente, pero nos relacionamos a través de una voz. Este sujeto del que tenemos una figura puede no ser una persona física, puede ser un algoritmo, un robot con capacidad de relacionarse. El robot responde preguntas y cada vez que lo hace aprende, es colaborativo; las personas aportan para que él crezca. Todo el día aprende cosas nuevas con una velocidad impresionante. Este es —básicamente— el banco digital y nosotros ya tenemos bancos 100 % digitales.

PA —El ritmo de implantación de este tipo de oficina, ¿es rápido?

RvdO —Los bancos tienen que atender las demandas del público; es evidente que hoy hay una demanda. Voy a poner el ejemplo de mi hijo: él tiene cuenta en tres bancos. Él simplemente fue a los bancos para abrir las cuentas y ahora no precisa más ir al banco. En algunos bancos no se necesita conocer el local físico. Pero él estuvo en la oficina, abrió la cuenta y nunca más fue a la agencia bancaria. Todas las intermediaciones que hace son por medio digital y los bancos dicen que de esta forma están atendiendo a una parte de la población que quiere que los bancos sean así. 

Ahora, existe una gran falla: Brasil es un país de 200 millones de personas, y entre ellos un número muy grande todavía no tiene acceso a la tecnología. Existen lugares donde Internet y el acceso digital no son  perfectos. Entonces los bancos mantienen las agencias tradicionales, tenemos 23.000 agencias físicas en Brasil que se están reduciendo a un ritmo notable. Solo el Banco do Brasil redujo 1.000 agencias.

PA —¿En cuántos años?

RvdO — Aproximadamente en tres. Ellos están reduciendo, concentrando actividades y cambiando gradualmente a agencias digitales. Va a haber una convivencia de las agencias digitales y las físicas. A las agencia físicas las quieren transformar en un lugar agradable, donde nadie entra para pagar cuentas, para hacer fila. Se ingresa, es bien recibido, se toma un café, y se está allí solo para hacer un negocio. No existe otra cosa que comprar productos y hacer negocios. El resto será mandado por correspondencia o medios digitales.

PA — ¿Qué prestigio tiene la banca pública en la población brasileña?

RvdO —Tenemos un sistema financiero grande. Brasil tiene cerca de 60 bancos asociados a la Federación Nacional de Bancos, cinco de ellos concentran de las 23.000 agencias bancarias más de 20.000, y ocupan en torno del 85 % de los activos y los empleados bancarios. Tenemos unos 485.000 bancarios y el sistema financiero en su conjunto tiene muchos más. 

Supongo que en Uruguay también cuentan con trabajadores de los seguros, las financieras y otras actividades dentro de AEBU. En Brasil no; las empresas de seguros tienen sus sindicatos, las financieras los suyos. Brasil debe tener alrededor de 1.5 millones de trabajadores del sistema financiero, y dedicados directamente a los bancos en torno a los 500.000. De estos, la mitad son empleados de bancos públicos y la mitad de privados. 

Tenemos cinco grandes bancos que concentran al sistema financiero: Banco do Brasil, Caixa Económica Federal, Itaú, Bradesco y Santander. Los tres últimos son megabancos gigantescos. La Caixa Económica Federal, Banco do Brasil, Banco do Nordeste y algunos bancos estatales que todavía quedan (tenemos cinco federales y cinco estatales que son regionales), concentran la mitad del sistema. Los privados están altamente concentrados en las ciudades y los bancos públicos también funcionan en esas plazas, pero están más expandidos por Brasil en las regiones donde son necesarios. Cuando había un gobierno democrático y popular, se preocupó porque los bancos fueran a abrir agencias a esos lugares.

Los bancos públicos y los bancos privados tienen una diferencia fundamental de funcionamiento: los públicos dependen del gobierno central del país. Si es un gobierno neoliberal, si es un gobierno que cree que no tiene que tener bancos públicos, simplemente hacen lo que el gobierno golpista brasilero está haciendo: deja de capitalizar a los bancos y el banco público no tiene más dinero para operar, se transforma en una inutilidad y se puede privatizar. 

En el período de 1994 hasta 2002 fue cuando los bancos públicos se achicaron. Luego vinieron Lula y Dilma, con gobiernos que creían en la necesidad de los bancos públicos. Porque los bancos públicos, si la gente mira atentamente, corrigen las fallas del capitalismo. El banco privado está enfocado en la rentabilidad, la liquidez y el riesgo. Si prestan dinero quieren hacerlo a la mayor tasa de interés posible. Tampoco van a invertir en agricultura familiar que da un lucro pequeño, no van a invertir en vivienda popular donde la ganancia es pequeña, ni en préstamos educacionales también con tasas pequeñas. En materia de rentabilidad van a estar buscando la mayor posible. 

Y si miramos a la cuestión de la liquidez, el banco privado no querrá prestar dinero para la construcción de una usina que va a llevar 20 años para pagar y devolver el dinero. 20 años prestando a otras tasas para personas físicas podrían tener una rentabilidad mucho mayor que prestarla en la construcción de estadios, carreteras y aeropuertos. Y si miramos la cuestión del riesgo, las personas físicas  tienen garantías, formas de responsabilizarse. Si no pagan, el banco consigue el retorno del dinero. Por ello, si se apuesta a poblaciones con grandes dificultades para devolver el dinero, ese no es lugar para el banco privado.

Entonces, si el sistema financiero privado está dedicado a la rentabilidad, la liquidez y el bajo riesgo, queda mucha gente necesitando dinero en el mercado, mucha industria, mucha agricultura queriendo ese dinero. Por ejemplo, Brasil tiene un Programa Nacional de Agricultura Familiar (Pronafi). El Banco do Brasil y el Banco del Nordeste prestan el 70 % de todo el dinero que hay invertido en agricultura familiar, para pequeñas producciones y pequeñas familias. Esas personas producen 70 % de la comida que va a la mesa de los brasileños. Eso se presta a un 2 % anual. Si voy a tomar ese dinero del banco privado, ese dinero me lo prestarían al 70 % y la comida que va para la mesa del brasileño sería carísima. Hoy la comida que vende la agricultura familiar es una comida barata en Brasil. 

Por ello estamos hablando de que el banco público corrige fallas del capitalismo. La naturaleza del banco privado es buscar el lucro, no va a buscar el lucro en la región más pobre del Brasil o de Uruguay, va a buscarlo en el centro de Montevideo, en las regiones industriales. En Brasil es así, los bancos se concentran en la Avenida Paulista de San Pablo que es el lugar más caro de Brasil. En la Amazonia la Caixa Económica Federal tiene una agencia bancaria que es un barco para recorrer el río Amazonas y llevar desarrollo a las pequeñas poblaciones.

PA —Te preguntaba por la simpatía que tiene la gente por los bancos oficiales. ¿Se da también en Brasil? ¿La gente prefiere ir a un banco oficial?

RvdO —No.

PA —Lo preguntamos porque la existencia de una preferencia  por los bancos oficiales está relacionada con  la percepción que de su papel tienen determinados actores sociales.

RvdO —En Brasil la banca oficial sufre un ataque neoliberal. El empresariado de las élites dueñas de los medios de comunicación — diarios, radios y televisoras— lanzan la noticia de que los bancos públicos son ineficientes. Y sostienen que no dan tanto lucro como el Itaú. Claro que no; porque una gran parte de su inversión no es comercial. Están justamente para desarrollar regiones y prestar ayudas a tasas más bajas y tener una ganancia menor. 

De todas formas, el Banco do Brasil y la Caixa son bancos de altísima rentabilidad. Su patrimonio líquido es alto, lo que prueba que no son ineficientes y que tienen mucha competencia para gerenciar su cartera.
Otra cosa que está haciéndose en Brasil, lo hicieron con los bancos estatales antes de ser privatizados: es el desmonte. Por ejemplo: un banco con 5000 agencias, para atender bien a su público necesita un número mínimo de empleados por agencia. Eso es básico, el pequeño almacén de la esquina para atender bien a todas las personas necesita tres empleados. Si coloca uno solo todo el mundo protesta, porque no es atendido. ¿Qué han hecho con los bancos públicos de Brasil? Redujeron el número de empleados, las oficinas están llenas de personas queriendo ser atendidas en aquel calor, con esa incomodidad y da la impresión de que el banco público es ineficiente y que sus empleados son perezosos. 

«Bradesco me atiende rápido», dicen. Pero tiene un número suficiente de empleados para atender al público y ninguna función social. No tiene ninguna política social, solo atiende negocios. La Caixa Económica y  el Banco do Brasil están llenos de personas pobres, que precisan del banco, que tienen su pequeña cuenta.  Por todo esto, la impresión de las personas con relación a los bancos públicos es consecuencia de una posverdad construida, que el banco público es ruin porque atiende mal, porque es ineficiente y no da ganancia. Le hablan de eso todos los días a las personas y entonces las personas lo creen. Ellos no aquilatan las consecuencias que tendría la desaparición o la decadencia del Banco do Brasil o la Caixa Económica Federal. 

Por ejemplo, en Brasil se dio un boom de jóvenes muy pobres que fueron a las universidades a través de dos programas: Prouni y Fines. Fines es financiamiento de educación superior, mientras que Prouni es un acuerdo con universidades privadas en el que brindan becas para alumnos con dificultades y el gobierno pagaba esos lugares como si fueran una oferta de universidad pública. Las personas dejan de percibir, como en el tema de la alimentación (Plan hambre cero), que el banco que están criticando es el que financia el 70 % del crédito para la agricultura familiar.

¿Y sabe cómo quedó claro eso? Los sindicatos pedimos realizar audiencias públicas en las cámaras de ediles y las cámaras de diputados, para dar visibilidad al papel de estos bancos entre la población de las ciudades. 
A ellos les explicamos que hoy el 33 % de crédito viene del Banco do Brasil, de la Caixa y del Banco del Nordeste, mientras que el 17 % solo es de Bradesco y Banco Itaú y todos quedaron muy sorprendidos. Entonces comprendieron que si se cierran esos bancos no van a tener esos créditos. Es impresionante cómo se sorprenden cuando se les muestra la realidad del funcionamiento del sistema financiero.

PA —¿Ustedes pueden obtener apoyo de los gobiernos locales en la defensa de los bancos?

RvdO —Estamos buscando apoyo en los gobiernos locales y en la población. Porque esta campaña es en defensa de los empleados de los bancos, pero también trata de preservar el patrimonio público y la soberanía nacional. 

De los tres grandes bancos privados uno es internacional, el Santander, y de los locales quedaron Itaú y Bradesco. El primero opera fuera de Brasil y el segundo opera solamente en nuestro territorio. Nada impide que un banco chino mañana llegue a Brasil y compre Itaú o Bradesco, así se desnacionaliza el sistema financiero sin privatizar los públicos. Los públicos son una garantía de la soberanía nacional. El banco público no será vendido a un banco trasnacional. Esa es una garantía.

PA —¿Hay algún acto político concreto de parte del gobierno tendiente a la privatización?

RvdO —Sí. El gobierno publicó un decreto que listó 57 empresas públicas y las dejó a las puertas de la privatización; ninguna era bancaria. Ahora el gobierno publicó una ley complementaria el 1° de noviembre, en pleno feriado, en la que autoriza a las empresas de economía mixta a deshacerse de activos para capitalizarse. O sea, que el Banco do Brasil podría vender el Banco Patagonia. Petrobras distribuidora en Bolivia, ¿también se vende? Entonces se inicia un proceso de venta del patrimonio que las empresas construyeron. 

La Caixa Económica Federal no está contemplada en esa ley porque es una empresa 100 % pública. Y como  no está incluida, el gobierno mandó a su Consejo de Administración aprobar en la próxima reunión su  transformación en una sociedad anónima. La empresa pasaría a ser de economía mixta y podría vender activos. 

El gobierno viene destruyendo las cosas de su periferia para obtener ganancia. La Caixa Económica Federal también financia más del 70 % de la vivienda para la población de baja renta, de medio salario mínimo de ingreso. ¿Quién va a financiar las casas para esas personas? Nadie. Ellas no podrán pagar sus casas. ¿Qué banco les prestaría dinero? Solo la Caixa Económica. Hablo de bancos que tienen función pública, de un híbrido extraordinario que está funcionando desde hace una vida. El Banco do Brasil tiene 200 y pico de años, la Caixa Económica 160. Han venido funcionando todo ese tiempo. Después de todo lo que le hablé, puede preguntarse, ¿por qué quieren privatizar esos bancos si son necesarios? Ellos lo quieren solo por una cosa: por ideología. Son neoliberales y para el neoliberal  el Estado no actúa en la economía como agente modificador.

PA  —Muchísimas gracias por tu tiempo y por habernos hecho conocer la realidad que enfrentan
 ustedes en Brasil.