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Una reforma a caballo del miedo

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Una reforma a caballo del miedo

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Se desarrolló el martes 15 el diálogo «No a la reforma. El miedo no es la forma», en la Sala Camacuá de AEBU.

El sindicato de los trabajadores del sistema financiero se pronunció en contra del proyecto de reforma Vivir sin Miedo y se abocó de inmediato a la tarea de organizar una instancia en la que expertos de la comunicación, el derecho, representantes sociales y un general retirado —ex miembro del Tribunal Militar Superior— expresaran sus argumentos para mantener el orden jurídico actual.

Entre los expositores se encontró la doctora Natalia Uval, quien se refirió al rol de los medios en la construcción de percepciones, discursos y acciones que crean un ambiente propicio para la presentación de una reforma constitucional como la que se votará el 27 de octubre. 

Uval es docente y coordinadora de la sección académica de Periodismo de la Facultad de Información y Comunicación de la Udelar, corresponsable del curso «Seguridad y medios de comunicación», del Área Social y Artística de la Udelar y también del proyecto «Castigo, delito y proceso penal en Uruguay».

La experta en el análisis de medios historió la construcción de un relato que ha servido de base a la propuesta Vivir sin Miedo, en el que han jugado un papel relevante los medios de comunicación. Sobre esta construcción diariamente alimentada, eligió varios aspectos a mencionar relacionados con la crónica roja y los espacios cada vez mayores dedicados a esta.

Del folletín al noticiero

Uval consideró que un primer aspecto a atender «es que la cobertura de la crónica policial es un género muy viejo en el periodismo que se retrotrae a la época de los folletines en el siglo XVI». En busca de una explicación a un consumo tan extendido en el tiempo, se interrogó sobre el porqué de esta adicción y estimó: «Más allá de eso que nos involucra como oyentes o lectores, está el hecho de que la crónica policial propone una lógica binaria; en términos identitarios la construcción de un nosotros y de un ellos. Claramente el ellos en la crónica policial son los llamados delincuentes, las personas que delinquen, a las cuales simbólicamente se las expurga del colectivo. Si prestan atención veremos cómo usamos reiteradamente la fórmula "la sociedad está harta de los delincuentes". Como si ellos no formaran parte de la sociedad se los expurga simbólicamente, algo que en la vida real es una expurgación material, porque se los recluye en establecimientos aislados del resto de la sociedad. En esta reforma se pide acrecentar esa expurgación, tratando de hacer como que no existen. Lo que se propone en el imaginario es la cadena perpetua, la reclusión por siempre, el "no verlos más"».

La deshumanización del villano

La enorme mayoría del los lectores y televidentes no son conscientes de que están asistiendo a diario a lo que Uval define como «una narrativa que construye personajes, que construye héroes, que construye villanos» a través de la crónica policial. «Claramente, como en cualquier narrativa de ficción, en la narrativa sobre hechos reales se construyen personajes. Hay algunos autores, por ejemplo en la Universidad Nacional de Avellaneda, que tienen un observatorio para estudiar cómo se construye esta idea del delincuente. Lo digo en masculino, no en el masculino genérico porque se construye sobre un hombre joven, perteneciente a contextos socioeconómicos complicados, y esa es la construcción simbólica. En general se habla del delincuente y ello ya dice todo. Los investigadores observan: cuando hablamos de las víctimas decimos "la cajera del supermercado", "el repartidor de las garrafas", "la psicóloga que quería entrar su auto al garaje". Se hace siempre mención a la ocupación de la víctima. Nunca se habla del delincuente, si tenía algún oficio (porque capaz que lo tenía) o si tuvo un trabajo anterior. El único dato que se da sobre él son sus antecedentes penales, la existencia o no de antecedentes penales. Además el delincuente se presenta como sin familia, a diferencia de la víctima que sí los tiene. [En este caso] se consulta a los hermanos, a su madre o a sus hijos, si murió o sufrió daños físicos, e incluso estos hasta lloran en cámara. Pero no sabemos prácticamente nada, o nada, de la familia del delincuente, que también la tiene. Tendrá madre, tendrá padre, tendrá hermanos, pero están totalmente invisibilizados.

Estos mecanismos, dicen los investigadores de Avellaneda, lo que hacen es deshumanizar a la persona que delinque y de alguna manera presentarla como una especie de monstruo sin historia previa al delito, más que haber cometido otros delitos. Esta construcción tiene efectos simbólicos en la manera como concebimos a estas personas y por lo tanto sobre lo que queremos que les pase después».

Zona libre de derechos humanos

Más adelante Uval dio un paso más para acercar al auditorio a entender cómo se ha ido abonando el camino que ha permitido presentar este proyecto de reforma y recoger adherentes. Para ello citó un trabajo de la investigadora mexicana Rossana Reguillo dedicado a analizar el impacto de este tipo de narrativas en la sociedad. «Ella dice, por ejemplo, que uno de los efectos es crear una 'zona libre de derechos humanos'. De alguna manera este relato, que además es reiterado, y si miramos el espacio que ocupa la crónica policial —una media hora en los informativos—, la reiteración y la abundancia del relato lo que genera es determinado perfil etario y social que hace que los medios contribuyen (no es que lo hagan ellos, pero contribuyen) a generar categorías bajo sospecha, afirma Reguillo».

La periodista, docente e investigadora se refirió luego a su trabajo actual que realiza junto al abogado Martín Fernández, de Ielsur, en un curso de la Udelar denominado «Medios y seguridad pública». «Con los estudiantes estamos analizando las noticias de la reforma Vivir sin Miedo. Recién estamos empezando y en el análisis estamos viendo algunas cosas bien interesantes: primero el hecho de que el discurso de las personas que promueven la reforma —por ejemplo claramente Jorge Larrañaga, pero también otras personas— está plagado de juicios, de evaluaciones sobre las personas y concretamente sobre aquellas que se oponen a la reforma».

Las expresiones a las que se refirió Uval son del tenor de «estas personas no están calificadas para hablar sobre esto» o «estas personas en realidad lo que quieren es no enfrentar al delito porque son débiles, porque tienen miedo o quieren ser políticamente correctas», o «no son creíbles, porque por un lado dicen esto y por otro lo contrario». También anotó: «El debate se centra en los dimes y diretes políticos. Por ejemplo la Universidad se pronunció en contra.¡Qué horrible que la Universidad se pronuncie en contra!, dicen los promotores de la reforma. Todo gira en torno a eso y hay muy poca argumentación, sobre todo a favor, pero a veces también en contra. Uno escucha discursos políticos en contra y falta muchas veces argumentación», anotó, aunque evidentemente ese no es su caso.