El acto del Primero de Mayo fue una instancia de discursos encendidos, pero también propicia para el diálogo, para los compañeros que se buscan y se encuentran entre la multitud. Millares de saludos afectuosos y abrazos de reencuentro confirmaron la firmeza de los lazos que unen a nuestra clase trabajadora.

El enorme telón de fondo que presidía el estrado rezaba la consigna «Con unidad y lucha hacemos futuro». Un futuro que nos espera con la última ronda de consejos de salarios de este período de gobierno ya iniciada, y una —también última— Rendición de Cuentas, ambos capítulos de primer orden para los trabajadores privados y públicos.

Así quedó expresado este punto en los tres principales discursos de hoy, como uno de los ejes de la coyuntura actual. Otro de ellos fue la actitud del empresariado, que ha llevado la disputa con los sindicatos al terreno internacional en el seno de la OIT. Se trata de un intento de hacer retroceder derechos que todos ya considerábamos unánimemente aceptados.

Este avance contra los derechos laborales se da dentro de un marco de crecimiento sostenido de nuestra economía. Como lo señaló Óscar Andrade en su discurso de hoy, la recaudación del impuesto a la renta empresarial aumentó un 75 %, desde diciembre de 2014 a diciembre de 2017. He aquí el índice inequívoco de un crecimiento similar de las utilidades de los empresarios.

A pesar de esta ausencia de fundamentos, hecho destacado desde la tribuna, con estas demandas se pretende ahogar los reclamos sindicales de una mayor formalización del trabajo y los destinados a elevar los salarios mínimos, aún muy lejos de cubrir las necesidades elementales.

Vale la pena destacar unos párrafos del discurso de Óscar Andrade, presidente del SUNCA, por la forma con que este dirigente sintetizó la situación planteada: «Algunos empresarios que son especialistas en exprimir la ubre del Estado reclaman devolución de impuestos y no pagar las tarifas. Reclaman y reclaman, pero se ofenden sobre los $ 1.400 que una mujer pobre recibe por un plan social. Eso es una miseria».

Las del PIT-CNT son demandas que reconocen la disparidad existente entre los distintos sectores productivos. Por ello expresamente se reconoció que «hay sectores en dificultad» y se precisó que al PIT-CNT le preocupa la producción de las pymes, los productores rurales familiares y los pequeños comerciantes.

El dirigente Gonzalo Castelgrande, secretario de AUTE, también se refirió a «un contexto muy complicado», en el que se destaca «una contraofensiva de las clases dominantes». Lo vinculó con el crecimiento del salario real que se ha venido dando desde 2005 y con la duplicación de gasto en políticas sociales, un hecho que «hay que saludarlo».

Abigail Puig —de Fuecys— la joven oradora que cerró el acto, se felicitó por el hecho de que, una semana atrás, diez trabajadores fueron reintegrados luego de haber sido despedidos por organizar un sindicato. Apoyada en esta victoria gremial sostuvo que los empresarios «todos los días estudian cómo fracturarnos, cómo partirnos, cómo dividirnos, por eso nosotros tenemos que estudiar todos los días cómo estar más juntos».

Y en el aspecto salarial fue terminante: «Para nosotros no es caprichoso atender el salario mínimo nacional, no es caprichoso decir que un trabajador de un comercio no puede vivir con 20 mil pesos. Hay que meterse con el capital, gravar más al capital», porque es «inadmisible» que un alquiler cueste el equivalente a un salario.

La concurrencia de nuestra central sindical a la ronda de negociaciones se enmarca también, a la distancia, con el entorno regional. La dramática recaída en la pobreza de millones de brasileños a raíz del golpe de Estado contra Dilma Rouseff; el  inmediato retroceso de 50 años en materia de derechos, y el golpe judicial contra Lula da Silva fueron otros de los puntos presentes en la oratoria. Ello se justifica porque no vivimos aislados y una ola retrógrada desciende por América. 

Así situado el PIT-CNT enfrentará las coyunturas más importantes del año.