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Ganancias con daños colaterales

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Ganancias con daños colaterales

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La venta por Citibank Uruguay de su banca de inversión ha provocado inestabilidad en el sistema financiero local y generó incertidumbre para sus clientes.

Citibank ha concretado la venta de sus empresas Citi International Financial Services, LLC (CIFS) y Citi Asesores de Inversión Uruguay SA (Citi Asesores) a Insigneo Financial Group, una casa de bolsa independiente y asesor de inversiones registrado con sede en Miami, en una operación que superó los U$S 100 millones. 

La venta fue informada por Scott Schroeder, jefe de US International Personal Bank en Citi. Ella implica la transferencia a Insigneo de una cartera aproximada a los U$S 6.400.millones  de activos pertenecientes a inversores del Cono Sur y el Caribe, que eran administradas por Citibank. 

El banco norteamericano desarrolló a través de sus sucursales en la región una oferta de productos financieros offshore que permitía a los clientes colocar sus ahorros en Citibank New York, Miami o San Francisco a plazo fijo en dólares. También les daba la posibilidad de abrir cuentas de corretaje para custodiar en ella productos de inversión (bonos, fondos mutuos, acciones, bonos soberanos, etcétera). 

Luego de las restricciones impuestas en Argentina post default se usó a Citi Uruguay para dirigir el flujo de capitales hacia el exterior, y para ello se habilitaron diversos instrumentos. Fue así como surgió el proceso llamado Celeste, por el cual oficiales de cuenta en Argentina referían clientes a Uruguay para abrir sus cuentas en Citibank USA. Una vez hecha la apertura, se giraba el dinero generalmente a través de casas de cambios y un oficial de Citi Uruguay era su ejecutivo de cuenta o broker. Citi Asesores de Uruguay manejaba, solo desde sus oficinas en zona franca, una cartera de inversores argentinos superior a los U$S 3.000.000.000 (tres mil millones de dólares). 

Una alerta para inversores 

La reciente crisis de la empresa corredora de bolsa Custodia de Valores Mobiliarios (CVM), suspendida por el BCU a causa de las importantes pérdidas sufridas por más de 300 clientes, encendió las alertas en Montevideo. En el período comprendido entre el 30 de junio de 2021 y el 31 de mayo de 2022 los inversores de esta corredora perdieron el 80 % de su capital, cuando sus saldos pasaron desde US$ 110 millones a US$ 18 millones. 

Habida cuenta de esta advertencia, es importante prestar atención al hecho de que una prestigiosa empresa internacional como Citibank traspasó el manejo de activos hacia otro operador de menor prestigio y respaldo. La venta de las áreas de negocios mencionadas ha sido poco informada a nivel local. Se soslayó la diferencia que tiene para un inversor internacional hacer la gestión de su capital con el Citibank o con una empresa asesora de inversiones instalada en Miami. A pesar de la tranquilidad que representaría para los clientes el cumplimiento de los resguardos referidos, esta operación se realizó sin requerir de ellos la aceptación al cambio de administración de sus inversiones. 

En la comunicación oficial brindada conjuntamente por Citibank e Insigneo se establecen dos conceptos que pueden confundir a sus clientes.  Scott Schroeder —el mencionado jefe de US International Personal Bank en Citi— dijo: «Esta venta nos permite simplificar nuestro negocio patrimonial. Al mismo tiempo, vimos la oportunidad de continuar brindando a nuestros clientes la mejor banca minorista de su clase mientras continúan trabajando localmente sin problemas con sus profesionales de inversión, quienes al cerrar se trasladarán a Insigneo». 

En una primera impresión se da la imagen de que Citibank mantiene un vínculo con la atención de sus usuarios. Sin embargo, lo único que conserva el banco norteamericano es un servicio de banca minorista, dado que abandona cualquier responsabilidad sobre la administración de las voluminosas inversiones offshore de sus clientes. 

En segundo término —y con la intención de brindar certezas—, se refiere a los profesionales que se trasladarán a Insigneo para continuar atendiéndolos. En realidad el Citibank Uruguay está despidiendo a los 29 trabajadores que prestaban servicios en esta unidad de negocio y esta situación provocó un conflicto en el sistema financiero uruguayo. 

De esta manera, Citibank se ha deslindado totalmente de la operación y de los profesionales que la manejaban al trasladar el capital de los inversores a una empresa independiente, que no cuenta con su respaldo y opera desde una zona franca en Uruguay. 

Seguramente, los clientes deberán tomar previsiones sobre esta situación y analizar el cambio que significa dejar de ser asesorados por un banco de primera línea. Muy particularmente deberán tomar recaudos sobre el traspaso de su información personal y patrimonial que hace parte de la operación. Este aspecto no ha sido contemplado y no se ha tramitado hasta el momento ninguna solicitud de autorización sobre el manejo de las informaciones personales, ni entregado asesoramiento sobre las políticas de riesgo de inversión aplicadas sobre su patrimonio. 

Citibank provoca inestabilidad 

La operación ha generado inestabilidad en la plaza local, tanto por la situación de conflicto provocada por la decisión de Citibank de despedir a quienes trabajaban en esta línea de negocio, como por la preocupación despertada en diversos actores. Algunos de ellos llevaron al senador  economista Daniel Olesker a realizar un pedido de informes al Ministerio de Economía y Finanzas y al Banco Central del Uruguay, por considerar que de la venta «emergen cosas dudosas». 

La información requerida por el senador incluye conocer aspectos de tributación de los capitales invertidos en su país origen; si se ha aplicado «toda la normativa prevista» para la prevención del lavado de activos y financiamiento al terrorismo, y determinar «si se ha constatado que, para el tránsito por el sistema financiero uruguayo, en Citibank se han abierto sociedades panameñas o de dudosa procedencia». En esta línea también se intenta averiguar si se tiene conocimiento de «las triangulaciones» de Citibank Uruguay desde y hacia el exterior, involucrando en particular a los llamados paraísos fiscales. 

Una segunda preocupación planteada apunta a discernir si la firma Insigneo Financial Group —que compró a Citibank su banca de inversión en Uruguay— «tiene o no autorización» del Banco Central para «operar como asesores de inversiones» en el país. Y especialmente «si el BCU tiene conocimiento de que a los clientes uruguayos y extranjeros, cuyos dineros integran este fondo de inversión, se les haya solicitado su consentimiento para el traslado a la firma Insigneo Financial Group, ubicada en la zona franca Zonamérica en Uruguay y Miami-Estados Unidos, para continuar atendiéndolos». 

La situación planteada a partir de esta venta ha significado un lucrativo negocio para el banco norteamericano. El volumen de las carteras transferidas lo justifica. Sin embargo sus objetivos de rentabilidad fueron antepuestos a los intereses de clientes y trabajadores.        

Los clientes son manejados como simples números de sus carteras de negocios, mientras que los trabajadores son directamente despedidos. Y si estos daños no fueran suficientes, actualmente el banco está provocando un conflicto en el sistema financiero uruguayo, sin asumir la  responsabilidad que le corresponde. Las decisiones tomadas por Citibank y su falta de voluntad de buscar soluciones son demostración de las peores prácticas empresariales, que afectarán a clientes y trabajadores.