fbpx Día del Trabajador Rural: sacrificio abajo y rentabilidad arriba | AEBU

Día del Trabajador Rural: sacrificio abajo y rentabilidad arriba

Tiempo de lectura
3 minutos
Leido hasta ahora

Día del Trabajador Rural: sacrificio abajo y rentabilidad arriba

Publicado en:

Favoritismo gubernamental, altos precios de las materias primas, dólar barato, agro contento. Una vez más los trabajadores rurales quedan fuera de la fiesta.

En este día que se conmemora el Día del Trabajador Rural. Más que realizar actos de homenaje a su contribución, y reconocerlos con placas y monumentos, debemos preguntarnos qué lugar ocupan en los desvelos de los empresarios y del Gobierno.

La política económica oficial ha entregado a los «malla oro» la misión de rescatar el país de la crisis. Algunos de esos sectores fundamentales para la reactivación precisamente son las principales patronales de los trabajadores rurales. Las que se retiraron de los consejos de salarios por rechazar la negociación colectiva como instrumento de las relaciones laborales. Las mismas que por la vía de los hechos han congelado el salario del trabajador rural aprovechando el apoyo oficial. Son los sectores cuyos ingresos continúan creciendo, sin obligación de contribuir con el Fondo Coronavirus mientras mantienen exoneraciones y beneficios tributarios, entre otras ventajas.

Por eso, en este Día del Trabajador Rural tiene sentido observar el  comportamiento de algunos de dichos «malla oro»:

Soja 

En un contexto de fuerte incremento del precio de venta y de reducción de sus costos medidos en dólares, los márgenes del cultivo de soja exhibirían un sensible aumento en la zafra 2020/2021, próximos a los US$ 700 por hectárea (antes de la renta de la tierra, de costos financieros y de estructura). Con una mejora de su productividad frente al nivel registrado en la zafra pasada, y con un precio medio de la soja superior a US$ 500 por tonelada (60% más alto que el de la campaña anterior), el ingreso bruto de los productores sojeros mostraría un aumento superior al 70% en la campaña agrícola 2020/2021, al situarse en aproximadamente US$ 1200 por hectárea. 

En ese contexto,  contemplando además una caída de 10% de los costos de producción medidos en dólares, y con una renta bruta superior a los U$S 700.000.000,   estamos ante una de las zafras de mayor rentabilidad en la historia del cultivo en nuestro país.

Colza

Ante un fuerte incremento del precio de venta, el ingreso bruto de los productores de colza habría registrado un incremento de 20% en la campaña agrícola 2020/2021, al situarse en aproximadamente US$ 655 por hectárea. Ello, junto con una caída estimada del 10% en los costos medidos en dólares, habría permitido una mejora de los márgenes de los productores de ese grano en la zafra 2020/2021

Arroz

Frente al mantenimiento de una alta productividad del cultivo, que ha alcanzado las 9 toneladas por hectárea en promedio, una suba del 22% en el precio recibido por el productor y una reducción de los costos de producción,  los márgenes del cultivo arrocero registrarían una significativa mejora en la zafra 2020/2021.

Con una cosecha de 1,2 millones de toneladas y un precio de exportación superior a los U$S 500, esta industria alcanza ingresos superiores a los U$S 600 millones. Asimismo, el margen de renta bruta por hectárea de los productores se encuentra en los U$S 300, (previo pago de la renta de la tierra). En concreto, el ingreso por hectárea superará ampliamente los US$ 2.000 en promedio, el monto más alto de las últimas seis zafras.

Carne

El sector cárnico ya muestra señales de recuperación frente a la contracción del año pasado; ha alcanzado exportaciones por más de U$S 500 millones en el primer trimestre y superado incluso el desempeño del sector en 2019. Con precios recuperados y un incremento de la renta por hectárea que se aproxima a los U$S 90 (previo pago de renta de la tierra), el sector ya está superando el desempeño promedio del quinquenio previo a la pandemia.

Estos cuatro sectores —solo una parte de los que lideran la recuperación económica del país y que cuentan con el respaldo «sin tapabocas» del gobierno— continúan incrementando sus tasas de ganancia y rentabilidad. Entretanto mantienen los niveles salariales más bajos del país, el menor aporte a la seguridad social de toda la economía y el mayor acceso a exoneraciones y créditos preferenciales. 

No es esperable que realicen una aportación voluntaria para superar la crisis, si tenemos en cuenta su rechazo a los mecanismos de negociación colectiva y sus permanentes reclamos de reducir el costo del Estado (excepto cuando este le es útil para atender sus necesidades). Más todavía si consideramos sus prácticas  destinadas a evitar todo compromiso social serio con las consecuencias de la pandemia. Todas estas conductas son una  demostración constante de que defienden sus ventajas por encima del interés nacional.

Si consideramos la política económica del Gobierno, claro es que se van cumpliendo sus objetivos. Los sectores que ha decidido beneficiar van creciendo, y el resto de la sociedad paga con hambre y rebajas salariales la «mejora de sus costos  de producción». 
 

Por eso, un día como hoy no debe ser solo un homenaje al trabajador rural que produce la riqueza de este país, a cientos de kilómetros de un CTI que pueda salvar su vida; a ese trabajador y trabajadora que ven cómo se reducen sus ingresos y retroceden sus derechos, mientras los patrones continúan «surfeando» la crisis. 

Es un día para hacer visible en todo su alcance el nivel de contradicciones que tiene nuestra sociedad, que mantiene a los trabajadores rurales en la precariedad y el sacrificio, mientras entregan su esfuerzo a las empresas más prósperas y rentables del país. 

Son contradicciones que reclaman nuestra solidaridad con cada uno de ellos y sus luchas.