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El relato como estrategia

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El relato como estrategia

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Desde diversos sectores políticos y empresariales se intenta inclinar la balanza a su favor en la reforma de la seguridad social, al machacar con interpretaciones falsas de la realidad.

EDITORIAL

Moldeada siempre por multiplicidad de componentes, la realidad llega a nuestro entendimiento a través del tornasolado lente de la subjetividad. El conjunto de aspectos que tomamos en cuenta, la selección de los factores que la forman, la relevancia dada a las fuentes que nos la presentan, y hasta nuestros prejuicios sobre los actores y situaciones planteadas construyen una visión sobre la cual se genera un relato.

El relato nunca es la realidad sino el reflejo de la subjetividad que cada uno le aplica. Por ello, para afrontar las transformaciones en la sociedad a partir de las versiones de los distintos actores, requeriría por lo menos entender los propósitos con que las emiten.

Algunos actores constructores del relato sobre la reforma de la seguridad social imponen conceptos construidos a partir de una intencionada selección de informaciones y datos. Basados sobre premisas técnicas incuestionables, estos van generando en la sociedad resignación frente a los problemas demográficos y a lo costosa que resulta la protección social. A partir de ello, se justifica como único camino viable el deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores, actuales y futuros, en su etapa de retiro. Este deterioro solo podría superarse en función de su capacidad de ahorro individual, dado que la solidaridad debería reducirse a su mínima expresión.

A este objetivo principal se le agrega —entre otros— el propósito de desmantelar las cajas paraestatales, a partir de la definición de algunos sectores de que el sistema debe ser único y general, para dejar atrás regímenes considerados privilegiados, inestables y que se apropian de recursos ajenos para su beneficio. Esta definición es compartida por algunas empresas, que ven la oportunidad de reducir sus costos en materia de seguridad social,  y por otras como las AFAP interesadas en el valioso negocio que les representaría apropiarse del mercado de mayores ingresos existente en dichos institutos.

En esta construcción del relato deben inscribirse las recientes presencias mediáticas, que con profunda subjetividad y manipulación de la información buscan consolidar en la opinión pública que la Caja Bancaria se encuentra en una situación crítica.

Para su fundamentación se recogen presuntas afirmaciones del presidente de la comisión de expertos, de que el instituto afronta «una situación de desequilibrio desde hace 13 años, aproximadamente».  Decimos presunta, porque suponemos que el prestigioso técnico no puede realizar una declaración tan falsa, ya que cuenta con todos los balances de la Caja Bancaria que demuestran que entre 2009 y 2017 ha tenido superávit operativo constante, lo que le ha permitido incrementar su patrimonio en forma sostenida.  Presunta, porque solo con una tendenciosa intencionalidad  podría hablarse de desequilibrios, cuando los déficits iniciados en 2018 se encontraban claramente previstos en la última reforma que se realizó en el instituto.

Desde la aprobación de la ley de 2008, que implicó importantes sacrificios de todos los involucrados,  se previeron tres etapas claras a cumplir: una primera de equilibrio financiero y acumulación de reservas que se cumplió exitosamente, otra de déficits operativos que deberían cubrirse con las reservas, y un final de sustentabilidad a muy largo plazo. En esta actual segunda fase, y con la presión de  la limitación de ingresos de personal a los bancos públicos dispuesta por el Poder Ejecutivo y los efectos negativos de la pandemia de 2020, la caja podrá afrontar su déficit apelando a sus reservas patrimoniales, como se desprende de la presentación de los estudios realizados por su Consejo Honorario.

Pero más allá de otros componentes de este relato basado en la selección de datos y afirmaciones, un elemento jerarquizado fue la presentación de la patronal bancaria. La Asociación de Bancos Privados expuso una proyección financiera de escasa rigurosidad técnica y con errores de información, dirigida a justificar su proyecto de «incorporar a la CJPB al régimen general de Banco de Previsión Social (BPS), estableciendo un cronograma de transición en el que las tasas de aportes y niveles de prestaciones se normalizan con el resto del sistema previsional». Es decir, lisa y llanamente cargar a la sociedad con los costos de las prestaciones que brinda actualmente la Caja Bancaria, para incrementar sus ganancias con la rebaja de su contribución a la seguridad social.

Así la banca extranjera hace su aporte al relato de la inviabilidad de la Caja Bancaria, para ofrecer a algunos actores una versión que justifique sus objetivos. Un relato que intenta naturalizarse para servir a los  intereses políticos o económicos de algunos sectores, que ven en nuestro instituto un mal ejemplo de seguridad social justa, solidaria y eficiente.

En este escenario es que  reafirmamos nuestra visión —compartida por el Consejo Honorario de la Caja en su comparecencia ante la comisión de expertos— de la viabilidad, equilibrio, sustentabilidad y suficiencia de nuestro régimen previsional. Estamos convencidos de que el mantenimiento de su autonomía y fuentes de financiación es el mejor camino para sus afiliados, el Estado y la sociedad en su conjunto.

Con este objetivo, sumado al compromiso con el resto de la clase trabajadora de defender un sistema de seguridad social que asegure las mejores condiciones jubilatorias para todos los uruguayos, es que desarrollaremos todas las acciones necesarias en cada etapa del proceso.